miércoles, 21 de diciembre de 2011

"Comodín"

Es difícil caer de golpe. Estar sola hace que me de cuenta de muchas cosas, me ayuda a confirmar y re confirmar que para mucha gente podría desaparecer por meses y ni se darían cuenta. Me ayuda a darme cuenta de que fui solo un comodín que hizo mas fácil el juego pero que después todos olvidan y se llevan el merito de la victoria, se lo acaparan todo para ellos solos. Y hay veces en que me pregunto si dentro de ellos, cuando están solos, ellos y su conciencia, admiten que no les da de tal manera la cabeza como para hacer tanto, y encima, solos.
Un comodín no pide un agradecimiento, es una carta, esta para servir. Pero al mismo tiempo es la carta menos importante del mazo, si se pierde, el juego sigue, es el salvador pero es solo eso. Después solo se acuerdan de que ganaron... ¿a quien le importa cómo?
Yo me considero un comodín, fui un comodín. Pero mientras jugaban en la playa con las cartas vino un viento y quede atrapada en un pozo de arena hecho por ellas mismas, pero bien, el juego siguió.
Ya me había pasado esto una vez, y no me quede callada. Sabia que todo iba a venir contra mi pero lo enfrente y exprese lo que sentía. Después de mucho tiempo de estar sola, vinieron a buscarme a la playa, me sacaron del pozo, me secaron, me sanaron, y me guardaron en el mazo.
Más tarde, luego de tres años, volvieron a perderme en la arena... pero esta vez quede enterrada mas profundo. Tanto, que ni puedo decir lo que pienso o siento. Y hasta ni yo se si quiero volver al mazo, no quiero volver a ser un comodín, pero al mismo tiempo, no puedo dejar de ser yo.
Dentro del mazo, yo era la rara. No es que lo digo por algo en especial, lógicamente, cada una de las cartas pertenece a un palo distinto y monta un número distinto. En mi caso,nunca fui de ningún palo, ni tampoco cargue con el peso de llevar un número. Eso sí... siempre, simplemente, estuve ahí. Y a pesar de que sean todas distintas, las acepte y las ayude por igual, porque ese es mi deber.
Pero los mazos de cartas por un motivo u otro siempre terminan desarmándose, separándose, hasta que se compra uno nuevo. Y eso paso, renovaron todas las cartas... y yo estoy acá, esperando, que quizás un día vengan a buscarme.

Lucía Menéndez

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